martes, 23 de julio de 2013

Propuesta: estructura autónoma equipos pedagógicos interdisciplinarios

Burton Clark, en su obra clásica El sistema de educación superior, destaca la relación confusa entre los fines y las prácticas en las universidades y los sistemas académicos globales. Al respecto, señala que los teóricos modernos del proceso de toma de decisiones describen a las universidades con metáforas como las siguientes cuatro:

  • Tecnología de la tontería: se asume que con frecuencia los propósitos no preceden a la acción, que las acciones no tienen por qué orientarse hacia fines determinados ni están obligadas a ser congruentes, y que la intuición, la tradición y la fe constituyen, por lo general, el fundamento de las decisiones.
  • Anarquías organizadas: están mal definidos y poco vinculados los fines y los medios.
  • Situaciones de basurero: los proyectos, las controversias y las soluciones se amontonan en un revoltijo.
  • Campos de acción: como canchas de fútbol, con los arcos a los lados.

Considerando dicho contexto, reflexionaremos sobre cómo pensar la docencia de acuerdo a los postulados de Miguel Ángel de Zabalza en su artículo Ser docente hoy. En primer lugar, consideraremos los aspectos vinculados a los profesores universitarios como personas:

  • Si bien es importante que los docentes acumulen méritos en su carrera, debe desalentarse un exceso de actividades en los inicios que les impida compaginarlas adecuadamente con su vida personal y familiar.
  • Debe cuidarse la motivación de los docentes durante toda su carrera, disminuyendo la precariedad de sus condiciones laborales en los inicios y la reducción salarial luego de la jubilación.
  • Debe asistirse a los docentes en el correcto diseño de su propia carrera, el cual debería ser revisado periódicamente.

Respecto del rol de los profesores universitarios como profesionales, muchas universidades, como sucede en la UCES, están ofreciendo cursos gratuitos de capacitación a los que los docentes puede anotarse voluntariamente. Sin embargo creo necesaria la realización de un curso previo de capacitación antes de que los docentes den sus primeros pasos en el aula. Luego, como parte integrante de su carrera docente, deberán acreditarse capacitaciones o carreras a efectos de poder ocupar otros puestos de mayor jerarquía, acordes a dichos puestos. Estas capacitaciones deberían ser gratuitas, o al menos, tener un costo razonable en comparación con la remuneración que percibe.

En cuanto a la enseñanza como tarea compleja, deberían definirse claramente en cada universidad un puñado de competencias que definan el perfil profesional de los docentes. Esas competencias tienen que ser incluidas en el diseño de la carrera de cada docente, y los concursos de antecedentes para cubrir los cargos deberían incluirlas. Todo ello debería hacerse con el mayor grado de transparencia posible.

Uno de los obstáculos para la aplicación de estas medidas es la organización jerárquica basada en cátedras estructuradas  por las afinidades de las materias. Como la organización pone el acento en las afinidades técnicas, es lo técnico lo que prevalece en la actividad docente. La profesionalidad en educación del profesorado queda en segundo plano. En consecuencia, me atrevo a proponer un cambio para solucionar este conflicto: limitar a la estructura ya vigente a las decisiones respecto de los objetivos, los contenidos y la investigación propios de cada materia. Y desarrollar, paralelamente, una estructura de equipos de trabajo interdisciplinarios que actúe sobre los aspectos pedagógicos, en los que las jerarquías técnicas preexistentes no tengan ninguna influencia. Va de suyo, que los docentes que dicten clases, deberán guiarse por los responsables de cada materia en cuanto a los temas que deben verse en clase, pero podrán guiarse por los estudios de los equipos pedagógicos en la organización de los procesos de enseñanza y aprendizaje.

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